Ser en la vida romero,   
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.    
Ser en la vida romero,    
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.    
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.    
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,    
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,    
ligero, siempre ligero.    
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,    
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos    
para que nunca recemos    
como el sacristán los rezos,    
ni como el cómico viejo    
digamos los versos.    
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,    
decía el príncipe Hamlet, viendo    
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo    
un sepulturero.    
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.    
Para enterrar a los muertos    
como debemos    
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.    
Un día todos sabemos    
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo    
la hizo Sancho el escudero    
y el villano Pedro Crespo.    
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.    
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,    
ligero, siempre ligero.    
Sensibles a todo viento    
y bajo todos los cielos,    
poetas, nunca cantemos    
la vida de un mismo pueblo    
ni la flor de un solo huerto.    
Que sean todos los pueblos    
y todos los huertos nuestros.
-Felipe León-


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