He abierto los ojos, y he reconocido mis sabanas. Primer alivio. He visto mi ropa tirada en el suelo. Segundo alivio. Tengo la cara hecha polvo. Sí, anoche borrachera y gorda, eso dice mi cara... y mi estomago también. Voy a por un vaso de agua, y decido poner un poco de orden. En mi vida no puedo, pero en mi habitación, si. Oh oh! Este cinturón no es mío, y no parece de mujer. Está revuelto entre mi ropa. Miro el móvil buscando respuestas, y veo dos mensajes sin leer; el último: "Ya he llegado a casa, me lo he pasado muy bien. Mañana espero verte. Un beso, si me lo permites". El anterior: "¿Que tal cielo, que haces? ¿Te apetece que nos veamos esta noche?"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario