
Me mandas un mensajito una hora después de irte. Mucho texto, poco qué decir.
Es la historia de todos los días. Hoy mensajito y, quizás, llamada más tarde. O no. Ayer nada. Hoy simplemente te has presentado aquí con el pretexto de querer besarme, que echabas de menos mis besos. Llevaba cinco días sin saber nada de ti.
No sé nada de mañana. ¿Me llamarás? Yo no lo haré, sé que no tendré respuesta.
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